Reflexión sobre Hb 12, 1

«Por tanto, puesto que tenemos en derredor nuestro tan gran nube de testigos,
despojémonos también de todo peso y del pecado que tan fácilmente nos envuelve,
y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante»

Este versículo de las Escrituras está precedido por un ejemplo de toda una multitud de testigos mencionados a lo largo del capítulo 11. Y este capítulo termina así: «Y todos éstos, aunque recibieron buen testimonio por la fe, no recibieron el cumplimiento de la promesa, para que no fuesen ellos perfeccionados aparte de nosotros; porque Dios había provisto algo mejor para nosotros».

Luego sigue el versículo que vamos a recitar durante dos semanas. Comienza con las palabras: «Por tanto, puesto que tenemos en derredor nuestro tan gran nube de testigos…», y continúa: «… despojémonos también de todo peso y del pecado que tan fácilmente nos envuelve, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante». El siguiente versículo es continuación del anterior: «…puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe…». Y leemos más adelante: «… quien por el gozo puesto delante de Él soportó la cruz, menospreciando la vergüenza, y se ha sentado a la diestra del trono de Dios. Considerad, pues, a aquel que soportó tal hostilidad de los pecadores contra sí mismo, para que no os canséis ni os desaniméis en vuestro corazón. Porque todavía, en vuestra lucha contra el pecado, no habéis resistido hasta el punto de derramar sangre; además, habéis olvidado la exhortación que como a hijos se os dirige: “Hijo mío, no tengas en poco la disciplina del Señor, ni te desanimes al ser reprendido por él; porque el Señor disciplina al que ama y castiga a todo el que recibe como hijo”. Es para vuestra corrección que sufrís; Dios os trata como a hijos; porque ¿qué hijo hay a quien su padre no discipline?» (v. 2-7).

Estas palabras encierran las verdades profundas de nuestra vida; están destinadas a ser nuestra luz, nuestro modelo. En efecto, estamos rodeados de una gran multitud de testigos. A los del Antiguo Testamento añadamos los millones de mártires después de Jesucristo, así como los millones de santos que han sido o no canonizados públicamente. ¿Y qué se supone que debemos hacer? Despojarnos de todo peso y del pecado. Nos creamos mucho peso al no querer desprendernos de varios malos hábitos que nos hacen daño a nosotros y a los demás, y solo tenemos problemas a causa de ellos. Pero debemos empezar a esforzarnos por despojarnos, poco a poco, de este peso, que muchas veces ya ha echado raíces en nuestros pensamientos e imágenes mentales, que luego nos atan. Aparte de este peso, debemos despojarnos del pecado que, como dice la Sagrada Escritura, «tan fácilmente nos envuelve». Finalmente, se recalca que debemos correr con paciencia la carrera de la vida que tenemos por delante. Jesús dice: «El que persevere hasta el fin, será salvo». Corriendo esta carrera, tenemos que mantener la mirada fija en Jesús. Ahora bien, a menudo nos dejamos robar nuestro precioso tiempo por los medios de comunicación, y entonces ni siquiera sabemos cómo hemos adoptado el pensamiento mundano. Como resultado, somos incapaces de contar con Jesús en nuestras vidas y de afrontar con una fe viva las diversas pruebas de la vida que se nos presentan. Por eso es tan necesario encontrar un tiempo fijo para la oración. Por eso es tan importante observar la oración de la hora santa. La hora santa es el fundamento de la iglesia doméstica.

 

Descargar: Reflexión sobre Hb 12, 1

 


Email Marketing by Benchmark


Elige lengua

ukukukukukukplpghude

LA ORACIÓN PROFÉTICA EZ 37

Profetiza, Hijo del hombre

formato doc ,       formato pdf


Email Marketing by Benchmark


Buscar

Palabra de la vida

“Ésta es la obra de Dios: que creáis en aquel que él ha enviado.”

Jn 6, 29 (desde 14-9-2025 hasta 28-9-2025)

Ver PÁGINA DE VIDEOS DEL PCB

VÍDEO

Patriarcado Católico Bizantino

Vídeo