El PCB: La solución para salvar África: patriarcado /Oración de fe según Mc 11, 23: explicación – 7.ª parte/
Estimados obispos, sacerdotes, religiosos, religiosas y fieles de África:
En nuestro vídeo anterior, titulado «Las siete palabras desde la cruz» destacamos la oración interior. Ahora queremos llamar vuestra atención sobre el poder de la fe en la lucha contra las fuerzas de la oscuridad en la oración interior según Marcos 11, 23. Dura unos 30 minutos.
Este video se puede ver también aquí: https://youtu.be/XSSj_9lXsYs
https://rumble.com/v6wkg32-para-salvar-frica-7.html
https://www.bitchute.com/video/LYim24iCkjKT/
https://cos.tv/videos/play/62587851025975296
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Jesús prometió: «Todo lo que pidáis al Padre en mi nombre os lo concederá» (Jn 15, 16). El nombre Jesús es Yehoshua en hebreo. Es el nombre del que se dice: «Todo aquel que invoque el nombre del Señor será salvo» (Rm 10, 13). Asimismo, recibimos la promesa de Jesús de que nos escuchará si pedimos en Su nombre. Concretamente, promete que sanaremos a los enfermos y expulsaremos demonios en Su nombre (Mt 10, 8).
¿Por qué repetimos la vocal «a» alargada tres veces al invocar el nombre de Yehoshua? Es un clamor del alma, que se manifiesta exteriormente al exhalar una silenciosa y alargada «aa». En el libro de los Salmos, leemos varias veces que debemos invocar al Señor, o literalmente clamar a Él (Sal 102, 1-2).
Jesús promete: «Cualquiera que diga a este monte (concretamente, al monte de los demonios): “Quítate y arrójate al mar”, y no dude en su corazón, sino crea que lo que dice va a suceder, le será concedido”» (Mc 11, 23).
La mayoría de la gente no entiende este texto de la Sagrada Escritura. La razón les dice que quitar o levantar montañas es irreal. Pero esta promesa de Dios se refiere a nuestra batalla contra las fuerzas demoníacas para salvar almas. En la actualidad, las fuerzas demoníacas influyen en las mentes de las personas que pisotean las leyes de Dios, han acallado su propia conciencia y sirven al espíritu de mentira y muerte. Ni siquiera un ejército con las armas más avanzadas es lo suficientemente fuerte como para expulsar a estas fuerzas demoníacas y a Satanás. Esto solo puede hacerlo el poder omnipotente de Dios. Aquí es donde la fe bíblica juega un papel decisivo, uniéndonos al santo nombre de Dios, Jesús —Yehoshua—. Él mismo nos anima: «¡Tened fe en Dios!» (Mc 11, 22).
Hay una fe necesaria para la salvación, y hay una fe en Dios mediante la cual actúa la omnipotencia divina. Esa fe se manifestó en los milagros que Dios hizo a través de los mártires y los santos. San Lorenzo no sintió dolor cuando lo asaron en una parrilla. San Juan Evangelista tampoco sufrió daño alguno cuando lo arrojaron vivo a una caldera de aceite hirviendo.
Cómo invocar el nombre de Dios, Yehoshua, en la oración según Mc 11, 23
Al pronunciar las sílabas «Ye-ho-shu», elevamos la mirada espiritual teniendo presente al Dios Trino y todopoderoso, que es la fuente de luz inaccesible. Levantamos las manos, como si nos conectáramos con el poder omnipotente de Dios.
Al exhalar la primera «aa» alargada, confesamos que Dios creó todo. Bajamos lentamente los brazos, lo cual manifiesta que el poder omnipotente de Dios desciende incluso en este momento.
Al exhalar la segunda «aa», tenemos presente la palabra «redimió»: Jesús me redimió con su muerte en la cruz. Hacemos la señal de la cruz.
Al exhalar la tercera «aa», reflexionamos sobre las verdades una a una, tal y como se describe en la estructura de la oración según Mc 11, 23: recibir el perdón de los pecados, ser crucificado con Cristo, recibir a la madre de Jesús, ser sumergido en la muerte de Cristo…
Tras centrarnos en estas verdades, que nos ayudan a mantenernos debidamente dispuestos para la oración, quitamos el monte espiritual por la fe.
Al quitar o levantar las montañas espirituales y arrojarlas al mar, debemos cumplir las condiciones para que actúe la omnipotencia de Dios. La primera condición es darnos cuenta de que hemos recibido a la madre de Jesús en nuestro corazón, como lo hizo el discípulo Juan junto a la cruz. En María no hay ningún obstáculo del pecado original que impida la acción de Dios. El Espíritu Santo obra poderosamente a través de ella. Jesús vino al mundo a través de ella y del Espíritu Santo. Y es a través de ella de nuevo que Jesús actúa en nosotros con su omnipotencia.
La segunda condición es invocar el nombre de Dios con fe.
La tercera condición es hacer una petición concreta.
Si cumplimos las condiciones, la omnipotencia divina actúa. Veremos el fruto aquí o en la eternidad.
Invocamos el nombre Yehoshua de la misma manera que se indica arriba, solo que con un cambio en la tercera «aa». En este momento, nos damos cuenta de que el Espíritu de Dios, a través de la fe de María, levanta el monte. El acto de fe —de levantar el monte de fuerzas demoníacas— se apoya en el gesto externo de levantar lentamente los brazos hacia arriba. Un brazo representa la fe de María y el otro, el poder omnipotente del Espíritu de Dios. En el ámbito espiritual, se levanta el monte de demonios.
A continuación, cuando decimos: «Arrójate al lago de fuego», nos damos cuenta de que esto lo hace la omnipotencia de Dios en el nombre de Jesús. Los siguientes gestos también nos ayudan a tomar conciencia de lo que ocurre en el campo espiritual.
Ordeno: «¡Monte de demonios del ocultismo sobre América, arrójate al lago de fuego en nombre de Ye-ho-shu-aa-aa-aa!». Invocamos el nombre de Dios como se mencionó anteriormente, solo que con un cambio en la tercera «aa» de nuevo. Abrimos los brazos hacia los lados y nos damos cuenta de que Dios nos ha dado un nuevo corazón en el testamento de Jesús desde la cruz. En este testamento, hemos recibido a su madre. Pero también nos ha dado un espíritu nuevo. En el gesto de extensión lateral de los brazos, es como si un brazo representara el nuevo corazón y el otro el nuevo Espíritu. Nos damos cuenta: María cree, el Espíritu lo hace.
Cuando decimos «Amén» la primera vez, levantamos el brazo izquierdo.
Cuando decimos el segundo «Amén», levantamos el brazo derecho.
Y cuando decimos el tercer «Amén», bajamos ambos brazos hacia delante y hacia abajo con un movimiento rápido.
El Espíritu Santo lo hizo; María no dudó, y yo tampoco dudo con ella.
Luego damos la misma orden sobre Rusia y Europa.
Del mismo modo, arrojamos al lago de fuego el monte del satanismo del Nuevo Orden Mundial sobre EE. UU., Rusia y Europa. Finalmente, arrojamos al lago el monte del clericalismo (se trata de herejías, fariseísmo, abuso de autoridad eclesiástica…).
Al final, cantamos una canción que expresa el triunfo de la fe sobre las fuerzas del mal en el dicho territorio.
Se podría objetar: ¿Por qué debo rezar de nuevo si creo que el monte ya se ha arrojado al lago de fuego?
Ciertamente, la palabra de Dios es veraz, pero las personas que sirven a los demonios los invocan una y otra vez. Por eso, nosotros también debemos arrojar al lago de fuego montes demoníacos una y otra vez, ¡hasta la victoria completa de Dios!
+ Elías
Patriarca del Patriarcado Católico Bizantino
+ Metodio OSBMr + Timoteo OSBMr
Obispos Secretarios
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